Cofradía de la Virgen del Rosario de Botorrita

Un grupo de vecinos de Botorrita en 1631, se presentaron al Prior del convento de Santo Domingo de Zaragoza en la calle Predicadores, con la impulsora a la cabeza, Catalina Pérez de Almazán y Abarca de Bolea, señora de Botorrita, para fundar la Cofradía de la Virgen del Rosario de Botorrita. ¡Ahí es nada! 391 años de historia.

Es fundamental conocer el contexto de aquellos momentos en el Reino de Aragón. El rey Felipe III ordenó la expulsión de los moriscos en 1610, y se estima que vivían en el reino unos 70.000 moriscos, representando una sexta parte de la población total y en muchas zonas, como en Botorrita, donde eran vasallos de señorío, eran mayoría. Años antes, según el censo de 1495 de Botorrita, solo el señor y el mesonero eran cristianos.

El fogaje de 1495 (o censo) del Reino de Aragón.
El fogaje de 1495 (o censo) del Reino de Aragón.

A partir de su expulsión muchos municipios quedaron prácticamente sin población, como es el caso de Botorrita. La mayoría abandonaron la Corona de Aragón y otros se escondieron, cambiaron de localidad y a veces de nombre y apellidos; otros fueron protegidos por los señores locales, que los necesitaban para el trabajo de la tierra y la artesanía.

En 1631 ya había de nuevo pobladores en el pueblo, y fue entonces cuando se fundó la Cofradía. Cofrades de Botorrita y también de pueblos vecinos: de Mozota, Muel, María de Huerva y Cadrete. 60 años después, en 1691, se finalizó la iglesia actual. Se tuvo que ampliar el oratorio que existía en el palacio porque había aumentado, como en el resto de la Corona, el número de católicos por las conversiones «forzosas» llevadas a cabo en todo el territorio años antes. También había cambiado de familia el señorío, estaba ahora en manos de los marqueses de Ariño.

La Cofradía del Rosario de Botorrita nació en 1631 con estatutos propios, que se modificaron en varias ocasiones a lo largo de su historia: en 1772 y en 1897. Como el resto de cofradías en aquellos años, se amparaban bajo la institución de la Iglesia, y se adaptaban a sus normas. Intentando mitigar las desgracias de los cofrades o de su familia, la pobreza, la enfermedad o la muerte, su situación de penuria se volcó en la devoción a los santos y a las vírgenes.

En las asambleas generales que se celebraban todos los años el primer domingo de octubre, durante la festividad de su patrona, se daba cuenta de las actividades que justificaban la fundación de esta Cofradía, como la actuación de los cofrades frente a la enfermedad y la muerte de sus hermanos, donde era fundamental acompañar durante esos procesos.

Durante la enfermedad dos cofrades se iban turnando todas las noches, para acompañar al enfermo. Existía la obligatoriedad de ese acompañamiento y si no se cumplía se debía pagar una pena para la caja común de la Cofradía. Al fallecer un cofrade, su familia avisaba al mayordomo mayor y todos los cofrades debían acudir a la casa del hermano fallecido donde velaban el cuerpo toda la noche y lo trasladaban hasta el cementerio para ser enterrado.

Además de costear la tumba, los cofrades acudían a acompañar al difunto, al sepelio. Y en los estatutos se establecían los cirios que debían usarse en la ceremonia.

La Cofradía era un nexo de unión, de protección en el ámbito no familiar donde no se quería morir sólo, se quería ser ayudado, recordado.

La Junta General de cofrades se realizaba el domingo anterior al día del Rosario. Reunidos después de la misa mayor en la secretaria del ayuntamiento, con multa de 25 céntimos si no se acudía.

Se determinó por Junta General el día 15 de octubre de 1775 de prior y demás cofrades, que por el bullicio que había todos los años el día de la festividad de Nuestra Señora del Rosario, que aquel día se necesitaba solo pasar las funciones de Iglesia que se pasasen las cuentas de espirituales y suertes el domingo antecedente inmediato a la fiesta, para que con más tiempo parasen los mayorales cobrase lo que haya, y darse cuentas.”

Había 12 mayordomos mayores, elegidos por sorteo cada año, que rotaban cada mes para encargarse de la limpieza y de la lámpara del altar. El hermano mayor o el mayordomo 1º lo era todo el año. En el altar de la patrona lucía una lámpara tanto de noche como de día. Además, la importancia de la luz y de la cera era vital ya que era necesario poseer cirios para las procesiones y otros actos.

El mayordomo 1º era el encargado de las cuentas de los fondos de la Cofradía juntamente con el Prior, y las pasaban todos los años en domingo anterior del Rosario, después del Capítulo. Los mayordomos 1º entrante y saliente en unión con el Prior se encargaban del cobro de las entradas (de los nuevos hermanos), espirituales (las cuotas) y penas (multas), depositando todos los fondos en poder del Prior.

Durante la mañana del día de la patrona, primer domingo de octubre, se celebraba la misa con procesión por las calles del pueblo. Y por la tarde el rezo del Rosario. Al día siguiente una misa de difuntos.

Ir a las misas, a la procesión de la patrona y rezar el rosario, eran asuntos obligados para los cofrades y la ausencia estaba penada, siempre que no fuera por causa justificada. Era un hecho habitual su incumplimiento y esto conllevaba una regulación exhaustiva, con penas muy detalladas. Con el paso del tiempo dejaron de regir.

La Cofradía se hizo cargo del pago de la campana de la iglesia, el último pago que realizó (se pagó en varias cuotas) fue de 100 pesetas por la campana Regina Santísimi rosari ora pro novis, al campanero Ramón Colina, el 20 de diciembre de 1894.

Para las actividades de la fiesta de la Virgen del Rosario, se reunían todos los cofrades el primer domingo del mes de septiembre convocados y presididos por el Prior y el primer mayordomo, para votar el presupuesto de gastos. Había que pagar el viaje del predicador, su comida, el sermón del día de la fiesta y la procesión de la mañana. La misa tenía que ser cantada ese día.

Las actividades fundamentales de aquel día era cortar el pan bendito debiendo proporcionar cantos de tres onzas (una onza= 29,236 gr) en número suficiente a los cofrades que lo sean con obligación de ser mayordomos, y hacer un roscón que pesara dos libras (una libra eran 350 gr) después de cocido, para rifarlo, quedando para los fondos de la Cofradía lo que se sacase de la rifa.

En todos los actos religiosos que se sacaban los faroles de la Cofradía, los mayordomos eran los llamados a llevarlos bajo la dirección del mayordomo 1º.

El mayordomo 1º era el encargado de la cera de la Cofradía, y debía sacarla en los viáticos públicos (=sacramento que se otorga a un enfermo que está a punto de fallecer),

Durante la procesión de la virgen del Rosario y durante algunos años (no sabemos desde cuándo, se cree que hasta la Guerra Civil española) , se realizaba el “dance”, era una representación teatral en la entrada de la iglesia, un diálogo entre el mayoral y el rabadán, entre turcos y cristianos. Los turcos derrotados, se convertían a la fe cristiana, y se entonaban vivas a la virgen.

También había danzantes, en grupos de cuatro, bailando una serie de «paloteaus» dándole forma de enfrentamiento entre el bien y el mal, recorrían las calles del pueblo en procesión junto a la virgen, hasta regresar de nuevo a la iglesia patronal.

Estos personajes se transmitían de padres a hijos y era un privilegio ser danzante.

Dance de Botorrita
Dance de Botorrita

Los actos profanos (lúdicos) de las fiestas del Rosario dependía de la mayoría de los hermanos. Durante el siglo XX eran los mayordomos mayores los encargados de recoger y hospedar a los músicos que venían de Encinacorba y de otros lugares para amenizar las fiestas y hacer verbenas en la plaza de la Hermandad. Venían el día anterior a la Virgen del Rosario, todo el pueblo iba a recibir a los músicos a la estación del tren, subían en un remolque y estaban esa noche en vela festejando a la patrona.

Los últimos años también había vaquillas en la plaza de la Herrería o de la Hermandad.

El último día de las fiestas del Rosario en Botorrita, en la plaza del pueblo, la gente hacia un corro y en el centro una pareja bailaba al ritmo de «una jota». Era la “gallegada”. Era la última pieza, con la que concluían las fiestas.

Se desconoce cuándo comenzó está tradición, ni cuando se olvidó, pero aún lo recuerdan los más ancianos del pueblo.

Mantengamos las tradiciones vivas, ¡viva la Cofradía de la Virgen del Rosario! ¡Viva la virgen del Rosario!

Fuente: Antonio Cifuentes, Estatutos de la Cofradía del Rosario de Botorrita, www.botorrita.com, Inmaculada Cifuentes y tradición oral.

Fotografías: Elena Ortilles, Paquita Pérez.

Texto y documentación:
Inmaculada Cifuentes Vaquerizo, Lda. en Geografía.

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