Los inicios del Casino Agrícola de Botorrita se corresponden con finales del siglo XIX y principio del siglo XX. Se construyó en terreno municipal, mediante «hacenderas», trabajo comunal de todos los vecinos del pueblo para conseguir este beneficio para todos, algo habitual en aquella época, hoy ya se ha perdido este método de trabajo. También se construyó el edificio contiguo, el actual Ayuntamiento, que sirvió en un principio de escuelas.
Algunas familias colaboraron con material, y muchas otras con mano de obra. También hubo algunas familias, las más pudientes, que colaboraron con dinero; esas familias formaron siempre parte de la junta.
Los trabajadores del Tejar se quedaban a trabajar fuera de su horario de trabajo para fabricar los ladrillos para la construcción del edificio.
Se trató de la sede de una sociedad privada en el centro del pueblo, un lugar de reuniones de carácter lúdico.
En ningún momento estuvo vinculada a ningún partido político o a una línea ideológica concreta. La mayoría de los socios eran agricultores, ganaderos, también trabajadores de los tejares… Con el tiempo, sólo se podía acceder al Casino si otro socio te presentaba o te apadrinaba.
Se financiaba mediante el pago de una cuota anual para poder acceder como socio. Este criterio de admisión impedía a veces la entrada a las familias más humildes de la localidad. La cuota anual en los años 70, para hacernos una idea, era de 1.000 pesetas.
Durante muchos años el secretario de la junta fue Antonio Feced. El resto de la junta rotaba, todos los socios iban siendo miembros. La Junta Directiva del Casino sacaba a licitación el servicio de gestión y apertura del bar del local, y se encargaba de hacer cumplir las normas, y del buen comportamiento de los socios. Todos los productos que se servían en el establecimiento tenían que ser comprados a la Junta. El Casino cumplía la función de un bar, pero exclusivamente para socios, solo hombres, no se permitía la entrada a personas ajenas.
Las actividades habituales eran los juegos de cartas, la lectura de prensa, las charlas… Se reunían alrededor de la estufa, de cáscara de almendra o de hueso de aceituna, traídas de Belchite.
Es un edifico de dos plantas, en la parte de abajo vivienda y almacén. A la entrada con una escalera para acceder a la parte de arriba con una puerta que se oía chirriar desde el frontón, donde está el bar y los aseos. Varias puertas daban paso a varios balcones; con el tiempo se modificó y se colocó un balcón corrido. Lo mismo ocurrió con las antiguas escuelas de niñas y la casa del secretario.
La Sociedad desapareció como tal en los años 80 del siglo XX. Actualmente sigue llamándose «casino», aunque es un bar, a veces también con servicio de restaurante. Tras diferentes negociaciones con el Ayuntamiento del pueblo, se convirtió en centro polivalente municipal y a partir de entonces se encargó de la gestión del centro: mantenimiento, licitaciones, conservación … Se han ido haciendo diferentes arreglos: la barra, los baños, la cocina, se instaló el ascensor, calefacción, etc. A lo largo de los años han sido muchas las familias que se han hecho cargo del casino, tanto del pueblo, como foráneos.
A finales del siglo XIX el Ayuntamiento estaba situado en la hoy llamada calle Mayor, en un edificio que se derribó en 1974 por su mal estado, quedando la calle mucha más ancha, como la conocemos hoy; y se trasladó a la zona del frontón, junto al casino. Hasta 1965 en este edificio estaban las escuelas, ese año se edificó en «el palacio» un colegio con baños y un porche para los niños y una vivienda para el maestro. A partir de 1974 quedó en el frontón la escuela de niñas y una vivienda para el secretario, la oficina del Ayuntamiento, la sala de plenos y la consulta del médico y del practicante. Durante muchos años ocupó esa vivienda el secretario Félix Escolano con su mujer Mercedes y sus dos hijas, Mercedes y Teresa.
Había un pasillo acristalado en la primera planta encima de un pequeño patio en la parte de atrás del edificio, donde salían las alumnas castigadas por haber hecho alguna travesura o porque no paraban de hablar. También salían ahí las mayores por las tardes al sol a bordar los ajuares que les preparaba la Srta. Victoria Espuelas de Miguel, y a escuchar a escondidas las radionovelas.
El recreo de media mañana se hacía en el frontón, salíamos a todo correr dando la vuelta por el edificio del casino. Y cuando era hora de retomar las clases, la señorita daba golpecitos en el cristal de la puerta del balcón para que subiéramos.
El edificio sufrió una importante remodelación en 1992, modernizándose y adaptándose a las nuevas necesidades. Todas las aulas educativas se habían reubicado en un nuevo edificio de nueva planta en 1988 en «el palacio», quedando la casa consistorial únicamente para albergar el consultorio médico, la biblioteca y espacios propios para la administración del municipio.
¿Qué decir del frontón?
Ha cambiado bastante desde que lo conocemos, se han hecho arreglos, se ha pintado, se ha techado…todo han sido mejoras. Es el centro neurálgico de Botorrita, ¡cuántas cosas han pasado allí! Sobre todo, divertidas.
Hemos jugado a montones de cosas, a la pelota, al diez por diez, a pillar, al «burro va»… Se han hecho verbenas, el chupinazo de las fiestas, la proclamación de las reinas, exhibición de jotas, entrega de premios, concurso de disfraces, ha sido recreo de la escuela, mercadillo, pista de baile, se han hecho exhibiciones deportivas… Es nuestra plaza mayor y sirve para todo.
Durante unos veranos proyectaron en el Frontón «cine de verano», películas para toda la familia, cada uno se llevaba de casa su silla, apagaban las luces de las calles, y ¡acción! Y a subir y bajar al casino a comprar pipas.
¿Quién se acuerda de que había un banco en la pared de los números? Cuando había números.
El Cine Ómnium fue construido en 1960, en su origen fue cine parroquial; su impulsor fue el párroco del pueblo en aquel momento, Fernando Francés Fleta. En su construcción participaron todos los habitantes de Botorrita a través de «vecinales» o «hacenderas», trabajo comunitario; unos hicieron aportaciones económicas y otras horas de trabajo de peón de albañil para levantar los muros y las paredes. En sus inicios tuvo muchos problemas económicos, que se resolvieron encontrando apoyos financieros y realizando muchas actividades para sacar algo de dinero como tómbolas en las fiestas, venta de churros, comedias, … Se hizo una junta con el sacerdote de presidente. El propietario era el arzobispado, con el tiempo y tras numerosas reuniones de representantes del pueblo con el arzobispo, terminó haciendo una permuta a favor del Ayuntamiento para que fuera de todos los botorritanos, de los que habían conseguido con su esfuerzo sacarlo adelante.
Se construyó en terreno de la parroquia, en el corral y la huerta de la casa del cura, anexa a ella; se cree que anteriormente, antes de la existencia de la iglesia parroquial de San Agustín, ahí se encontraba una pequeña capilla junto a un cementerio. Durante la cimentación del cine se encontraron restos funerarios y esqueletos de un antiguo enterramiento cristiano.
En el interior del cine había una gran zona de patio de butacas, con calefacción de aire calentado por un quemador de gasoil (proporcionado por los agricultores), el aire circulaba gracias a un gran ventilador que había junto a la caldera situada en la casa del cura, y se distribuía a través de unas rejillas de ventilación, posteriormente se instaló una estufa de leña. Había un escenario, la pantalla para la proyección de películas, un aseo junto a las escaleras de subida al escenario, una barra para servir bebidas en la entrada (ambigú). La sala de máquinas tenía un acceso independiente donde estaba la taquilla, que era un mini habitáculo con una ventanilla a la calle. Esa misma puerta comunicaba con la terraza.
Butacas de madera en hilera, cortinas verdes por todos los lados, unas puertas que chirriaban con un sonido especial y a las que todos mirábamos al abrirse, … Y a ver la película ilusionados, ¡menudo lujo!
En los años 70, se proyectaron películas infantiles los domingos, como «Fu Manchú».
Se podía acceder con un abono o con entrada individual y las encargadas de cobrar eran Rosario y Nieves Boldova.
En la parte de atrás, entrando por la calle Costerón se accedía a un local, detrás del escenario, durante los primeros años hubo una guardería para niños y niñas hasta los 6 años, primero se encargó Inmaculada Rabinal Boldova, posteriormente María Pilar Comín Berné y más tarde su hermana Aurelia. También sirvió como sede del club juvenil en sus distintos periodos de vida, de ahí que se siga llamando a ese local «el club».
Edificios municipales hechos por los vecinos que han dado servicio al pueblo y siguen dándolo.
Bibliografia:
Tradición oral.
Antonio Cifuentes.
Documentación y textos:
Inmaculada Cifuentes Vaquerizo, Lda. en Geografía.