Fiestas patronales

Las fiestas patronales siempre habían sido el primer fin de semana de octubre, para la Virgen del Rosario, patrona del pueblo.

Pero a partir de 1975 se cambiaron las fiestas mayores al mes de agosto, celebrando así el patrón del pueblo, San Agustín, el día 28; había más gente y se podía disfrutar mucho más en la calle debido al buen tiempo. Las fiestas del Rosario pasaron a ser las fiestas menores.

Tras el chupinazo, a las 12 del mediodía, de un día a finales de agosto que marcaba el inicio de las fiestas, comenzaban los diferentes actos tradicionales. Durante muchos años se iniciaban con la proclamación de las reinas de las fiestas. Aún recuerdo a Antonio Muñoz Alcantarilla micrófono en mano, en el escenario del cine y del frontón, recitar los versos que había escrito dedicados a las reinas, a los botorritanos, a la vida. En los años 70 y 80 solía haber una actuación del grupo de jotas del pueblo, y la posterior inauguración de la sesión de baile con un vals entre las reinas y los miembros de la comisión de cultura en el frontón.

Además de las sesiones de baile de tarde y de noche de las diferentes orquestas, (un año se cerró el frontón con uralitas para que el baile fuera privado, ese año se hizo en muchos pueblos de alrededor) había campeonatos de tiro de barra, de tiro de bola, de habilidad con el tractor, de futbol, el de guiñote en el Casino, el de disfraces, ¡espectaculares todos los años! La misa dedicada a San Agustín. Y la del día 29 a San Roque, con las reinas vestidas con el traje típico aragonés. La chocolatada de las reinas la noche del patrón. Las peñas, ¿qué serían de las fiestas sin las peñas? Lugar de encuentro de las cuadrillas, y donde iban los forasteros a probar el melocotón con vino, o lo que ofrecieran hasta la madrugada.

El sábado con las vaquillas por las calles de Botorrita y por la noche el toro de ronda. Las sardinas asadas en el almacén para los que ayudaban a pelar patatas para el rancho, para todo aquel que se acercaba. La comida de la vaca con la posterior charanga. Qué nervios con el toro de fuego, ese toro de cartón negro que escupía fuegos artificiales y «borrachos», y todos a correr y a esconderse. La sangría en el frontón. Fuegos artificiales. Y la traca final que daba por concluidas las fiestas de ese año. Teníamos todo bien detallado en el programa de fiestas para no perdernos ningún acto… con fotos de las reinas y poesías dedicadas incluidas.

Pero aún quedaba la última reunión con los amigos, las migas al día siguiente. Migas que se hacían en las peñas con el pan que había sobrado durante esos días, con huevo frito, longaniza, tocino, chorizo, y hasta con tomate…

Las fiestas del Rosario se celebran durante el primer fin de semana de octubre. Muchos años coincidiendo con los primeros actos de las fiestas del Pilar de Zaragoza. Sobre todo, eran fiestas religiosas, con gran tradición en el pueblo.

Aún existe la Cofradía de la Virgen del Rosario de Botorrita, con una dilatada vida, fue fundada en 1631, se ha encargado y ha costeado desde sus inicios, según consta en sus estatutos, los gastos de culto de estas fiestas.

En 1986 la virgen fue coronada con una nueva corona, comprada por los fieles de la parroquia.

El domingo se celebraba una misa solemne en honor a la Virgen, con los años se fue haciendo una ofrenda de flores con muchas familias vestidas con el traje regional.

Esa tarde se rezaba el rosario y se procesionaba con la Virgen en andas por las calles del municipio. «Las Manolas», vestidas de riguroso negro y con mantilla del mismo color, vestidas con sobriedad y discreción, eran las encargadas de llevar en sus hombros a la patrona. «Las Manolas» son las camareras de la Virgen y las que se encargan de prepararla para la procesión. Era todo un privilegio poder llevar a la Virgen.

También había verbenas en la calle, a veces en «el almacén» debido a la lluvia y al frío. En la última verbena siendo la fiesta mayor en octubre, los músicos tuvieron que tocar arropados con mantas. Con el tiempo fueron “las fiestas de los quintos» y eran ellos a finales del siglo XX los que se encargaban de conseguir el dinero necesario para contratar el baile, hasta que se dejó de hacer la mili, y desapareció la figura de los quintos, los jóvenes que iban a ser sorteados para ir al Servicio Militar Obligatorio.

Fuente:
Antonio Cifuentes, Inmaculada Cifuentes y tradición oral.

Fotografías:
Paquita Pérez y Sara Boldova.

Documentación y textos:
Inmaculada Cifuentes, Lda. en Geografía.


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