La semana pasada se conmemoró el 60º aniversario de un evento importante en la historia de Botorrita: la inauguración, el 27 de enero de 1965, de la escuela de niños y la casa del maestro en El Palacio.
En aquella época, años sesenta del siglo XX en España, la prosperidad de un municipio dependía en gran medida de que sus profesionales esenciales, como maestros, sanitarios, secretario, vivieran en el pueblo. Su presencia garantizaba el funcionamiento de los servicios, fortalecía el vínculo con los vecinos y ayudaba a evitar la emigración de las familias, del pueblo a la ciudad.
Durante la inauguración, el alcalde, Aurelio Ortillés Boldova, solicitó al gobernador de la provincia, ayuda económica para una vivienda para el practicante en Botorrita, ya que el pueblo compartía médico y enfermero con María de Huerva, y era vital que al menos uno de ellos residiera allí para mejorar la asistencia sanitaria. También pidió mejorar el servicio de transporte, inversión para la conducción de agua y vertidos, mejorar las infraestructuras y los servicios, para consolidar población.
El maestro Antonio Cifuentes Domenech, se instaló en 1969, en la nueva vivienda con su familia, ejemplificando el impacto positivo de la residencia de profesionales en el municipio. Además de impartir las clases de lunes a sabado, acompañaba a los niños en actos fuera del horario lectivo, inculcando disciplina y compromiso. Con el tiempo, se integró plenamente en la vida del municipio, participando activamente en asociaciones y comisiones locales.
El esfuerzo del maestro culminó en 1989 con la inauguración de un nuevo colegio, que reemplazó al primer centro unitario. Contaba con tres aulas para niños y niñas, un laboratorio, una biblioteca/aula de informática, baños y despachos. Todo ello sin que el pueblo tuviera que asumir los costes de la nueva construcción, ni de su equipamiento.
Este logro fue posible gracias: a la gestión del alcalde, quien consiguió la financiación para el primer centro, y la incansable lucha del maestro por conseguir el segundo.
Hoy, aquel edificio sigue formando a nuevas generaciones, a pesar de haber atravesado momentos difíciles, como el cierre temporal por falta de alumnos. Este aniversario no solo celebra la inauguración de la escuela, sino que también rinde homenaje a las personas que, con visión y esfuerzo, lograron transformar Botorrita. Porque el progreso de un pueblo no depende solo de sus infraestructuras, sino del compromiso de quienes lo eligen como su hogar.
A lo largo de los años, muchos municipios de Aragón, como Botorrita, sufrieron una grave emigración hacia las ciudades. La clave para frenar este éxodo era mejorar los servicios municipales, crear nuevas infraestructuras y generar condiciones atractivas para que las familias decidieran quedarse.
El alcalde de Botorrita, al inaugurar el colegio, solicitó a las autoridades que financiarán medidas adicionales para mejorar el transporte, el suministro y tratamiento de agua, así como la gestión de los vertidos. Esenciales para asegurar la permanencia de la población.
Aunque las ayudas llegaron tarde, en algunos casos, Botorrita ha experimentado un crecimiento de población en los últimos años, y hoy el colegio goza de buena salud. Un reflejo del esfuerzo colectivo de quienes hicieron posible este hito.
Texto y documentación:
Inmaculada Cifuentes, Lda. en Geografía.